Hay cierta espiritualidad en perderse en uno mismo
toma la cámara y encuentra algo que no quiere dejar pasar.
Puede ser nimio, sí, pero no vago,
Y uno se pregunta entonces:
¿cuánto construyo acá?
¿cuál el sentido?
¿cómo camino?
Vuelvo atrás, proyecto, invierto velocidad, importo, quiero una pausa eterna.
Un deseo: congelar, materializar, eternizar.
Pause.
¿Pero cúal es la dirección de mi viaje, la altura o ángulo de cámara?
¿Cuál entonces la distancia, cuál mi forma de mirar, mi lucidez, mi fuera de foco o mi suciedad en el ojo?
Es menester, no se puede escapar en trabajar sobre aquello que te imanta desde una sentimiento genuino -sin hablar de la pureza- si no de uno mismo, es decir de todos, filmar a otro para expresarte vos mismo pero no sólo una apropiación, si no que hay deseo, política, encantamiento, crisis, amor, el video no puede ser meramente cerebral, tiene que haber algo más, un poco más, a veces un motor que mate la objetividad o que reviva la poesía, que al menos cristalice lo de adentro.
